martes, 22 de enero de 2013

LA CIUDAD DE LAS PRÁCTICAS. POPAYÁN 1930-1940



“El día o la noche en que el olvido estalle
salte en pedazos o crepite/
los recuerdos atroces y los de maravilla
quebrarán los barrotes de fuego
arrastraran por fin la verdad por el mundo
y esa verdad será que no hay olvido.”
Mario Benedetti.

La ciudad de las prácticas es la ciudad de la vida cotidiana, de las prácticas particulares de hombre y mujeres que reflejan la diversidad de las formas de ser, hacer y estar en el mundo, de relacionarse socialmente en un espacio y un tiempo común y a través de sus pensamientos, sentimientos y comportamientos construir la realidad social y cultural. Prácticas, que como lo señala Henri Lefebvre, no reducen lo cotidiano a la suma de acciones aisladas sin ninguna conexión social unas con otras, sino que son prácticas que deben mirarse como totalidad social, es decir los encadenamientos que se producen en un espacio social y en un tiempo social. “Lo cotidiano son los actos diarios pero sobre todo el hecho de que se encadenan formando un todo”[1]

Esta parte del trabajo es un acercamiento reflexivo a las prácticas y a la vida cotidiana en Popayán en las primeras décadas del siglo XX, a partir de los registros judiciales y criminales de la época. En Popayán, como en todas las ciudades, se encuentran atrapadas miles de historia, de espacios y tiempos esperando ser rescatados del silencio y la indiferencia para abrirse paso dentro de la historia y la memoria.



Popayán, Parque de Caldas. 1930 
Fuente: http://www.flickr.com/photos/jmarbol/4625139603/in/photostream/. 
Colección Arboleda Llorente. 


La ciudad del discurso dominante, la ciudad de la historia oficial, de la historia nacional, impuso hasta bien entrado el siglo XX, las construcciones discursivas de ciudad, donde los únicos protagonistas de sus historias fueron los personajes de las élites dirigentes. Personajes que por sus hazañas políticas, militares y/o sociales dominaron la narración histórica y el escenario urbano. Esta narración construida a partir de la exclusión, anuló otras formas discursivas de leer la ciudad desde las versiones de los hombres y mujeres que día a día la experimentaban y recorrían.

Las mujeres y los hombres de Popayán, que figuran en los expedientes judiciales de la época, construyeron su vida social y su cotidianidad en la intimidad de sus hogares, en las casas de sus vecinos y de sus compadres o comadres, en las zonas rurales, en sus barrios, en sus trabajos, en las plazas de mercado, en las cantinas, en las casas de lenocinio, en los comederos públicos, en las tiendas, en los parques, en las iglesias, en las cárceles, en las calles que “a pie limpio” transitaban a diario generando diferentes sentidos sociales de ciudad.

Parque de Caldas. 1930
Fuente: http://www.flickr.com/photos/jmarbol/4625139603/in/photostream/ 
Colección Arboleda Llorente. 



La eterna lucha entre el amor y el odio, el bien y el mal, descubría los mundos posibles de ciudad que desafiaban las rancias tradiciones, las jerarquías sociales y las costumbres religiosas. Los hombres y mujeres de Popayán con sus prácticas "desordenadas", "inmorales", "escandalosas", "lascivas", ofrecen una relectura de ciudad donde el orden hegemónico se desestabiliza y la solidez de sus nobles tradiciones de desvanece. 

En muchos lugares y espacios urbanos de Popayán las tensiones sociales estaban latentes, eran lugares que por el tipo de actividades que se realizaban, incitaban al conflicto pero también a la diversión y el placer. Bares, cantinas, casas de lenocinio, eran los lugares públicos de la ciudad donde el consumo de licor estimulaba los comportamientos violentos y ofensivos de hombres y mujeres. Conflictos que en su gran mayoría tenían como rasgo característico la ingesta desmedida de “guarapo” y aguardiente.

En este sentido, es reiterativo encontrar en los casos judiciales que los hombres y mujeres que propiciaban los delitos, las riñas callejeras y los escándalos públicos estuvieran incitados por el licor. “Las borracheras” estimulaban los actos delictivos y violentos entre los hombres y mujeres de Popayán:

“(...) Me llamo Delfina León tengo 35 años de edad, soy casada, de oficios domésticos, natural y vecina de este municipio, con residencia en Pisojé. Hoy como a las cuatro y media de la tarde me encontraba en mi residencia en Pisojé; llego mi denunciado embriagado a preguntarle a mi mama Rosario Lúligo del mercado, es decir del mercado que había comprado al denunciado y que se le había perdido sin saber donde lo había botado por la borrachera; como insistía en solicitarle con grosería a mi mama por tal mercado, cuando yo menos acorde (...) me ataco primeramente con la mano y me dio una gaznatada en la cara; luego me pare y siguió atacándome hasta que cogió una caña-brava y con ella me asesto varios golpes en la cabeza, descalabrándome continuo atacándome y me arrincono de forma que habría podido ultimarme (...)” [2]

Expediente por Lesiones Personales
Fuente: Archivo Judicial.


Las cantinas y las casas de lenocinio, eran los lugares de Popayán donde más se presentaban escándalos públicos. El consumo de licor, los encuentros amorosos y sexuales y los celos, propiciaban el escenario ideal para que las agresiones físicas y verbales fueran posibles. Eran lugares de diversión como de confrontación social.
“(...) Luego y como nos encontrábamos en el establecimiento “Embrujo del Trópico” nos fuimos a otro establecimiento, habiéndole prestado a la Piamba mi saco y mi sombrero ya que esta me dijo que se lo prestara. Así las cosas, luego nos fuimos a donde Romelia Realpe en donde la misma Josefina Piamba pidió una caneca de aguardiente y no la tomamos. Luego salí solo y volví después al mismo establecimiento y me senté y llame a Aura Angélica Marchan. Estaba con esta muchacha, cuando llego Josefina Piamba y nos vio y le dijo a un individuo que entraba con ella y cuyo nombre no se: “teneme este saco y este sombrero que voy a volear”, y se me fue encima Josefina Piamba y me arrebato a Aura Angélica Marchan a quien tenía yo cogida abrazándola, y la tomo del pelo y la sacó hacia el centro de la sala, la golpeo y la dejo tirada en la sala y luego salió del establecimiento (...).”[3]
Expediente por Lesiones Personales
Fuente: Archivo Judicial.
 Hombres y mujeres se insultaban y maltrataban a todas voces en las calles de Popayán:
“(...) a eso de las cinco de la tarde venia llegando a mi casa Tomas Sánchez, que venía por el Camellón de Oriente a Occidente y al verme en la puerta se subió al andén y al tiempo de pasar por donde yo estaba me dijo, so gran puta y me saco la ruana y me azoto las piernas; al verme ultrajada saque la pierna y le di una patada. Luego se hizo a un lado a desafiarme diciéndome que está sucia gran puta debía haber sido parida en un charco de gonorrea, que siete leches, que me iba a hacer maleficio, que me haría sacar de allí (...).”[4]
Expediente por Lesiones Personales 
Fuente: Archivo Judicial.
Los escándalos y desórdenes morales y sexuales, el actuar delictivo, las jergas iletradas, cristalizan diversas historias que se vivían en la sociedad payanesa de las primeras décadas del siglo XX. En tanto que la ciudad del discurso era un todo armónico, las realidades sociales concretas de la ciudad demostraban todo lo contrario.


[4] 27 de abril de 1942. (AJP.)


[3] 28 de septiembre de 1942. (AJP.)

[2] Expediente del 4 de julio de 1946. Archivo Judicial de Popayán, (en adelante AJP.) 

[1] Citado por: VILLORÍA, Lindón, Alicia. “Las Huellas de Lefebvre sobre la Vida Cotidiana.” En: Revista Veredas. p. 44. Recuperado de: http://biblioteca_digital/articulos/12.12-264-4134sbt.pdf.

3 comentarios:

  1. Ciudad de mojigatos, ya me lo decía Tulio L.

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  2. Cual es el correo de contacto via e-mail de este investigador?. Gracias. maestro.creador@gmail.com OAPB

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  3. Cual es el correo de contacto via e-mail de este investigador?. Gracias. maestro.creador@gmail.com OAPB

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