"A una civilización que elimina las diferencias, la historia debe devolverle el sentido perdido a las particularidades". Philipe Aries, 1983
Como se ha venido señalando, los discursos sociales y las prácticas
sociales no van por caminos separados sino que se articulan, se complementan,
aunque sean de naturaleza diferentes, conservando su especificidad e
irreductibilidad. La “Zona de Tolerancia” en Popayán, es parte esencial del tiempo de las
prácticas de la ciudad. Prácticas de mujeres y hombres, que tienen estrecha
relación con el mundo nocturno de Popayán. Un mundo en el que sus habitantes otorgaban
licitud a unos comportamientos y actividades de la vida en la ciudad,
sancionados e ilegitimados por las autoridades locales y que hacen parte de la
historia urbana de Popayán. La vida erótica, sexual, colorida, festiva, ebria,
conflictiva, apabullante, que estallaba en medio de las luces tenues y
sonoridades de burdeles y cantinas. “Embrujo
del Trópico” era uno de esos burdeles de Popayán, que en 1930 ofrecía a los
habitantes y forasteros de la ciudad los fugaces placeres de la vida nocturna.
El universo que se entretejía en las cantinas y burdeles de Popayán, constituían
otro orden y experiencias de lo urbano, que re-significaban las formaciones
discursivas de ciudad elaboradas desde la élite local, a partir de sentidos
diferenciales de habitar, recorrer y nombrar los espacios urbanos.
La Zona de Tolerancia en Popayán
mediante decreto se delimito así:
“La carrera 7ª de norte a sur, desde la calle 10 hasta la calle 13, ésta hacia el occidente, hasta el cruce en la carrera 9ª, ésta hacia el norte, hasta el cruce con la calle 12, ésta hacia el oriente, hasta la carrera 7ª entre calles 10ª y 12. Quedan emprendidas dentro de esta zona, las carreras 8ª y 8ª bis y la calles 12 bis, únicamente entre las calles 12 y 13.”[1]
Los
limites urbanos más que un aspecto topográfico e indicativo de calles y
carreras denotaban un aspecto social y cultural de sus pobladores. Las
autoridades políticas y policivas, delimitaron y nombraron una zona de Popayán
para que allí se ubicaran los bares, las cantinas, las casas de lenocinio y
transitaran los borrachos y las prostitutas. Valiéndose de su poder excluyeron y
confinaron dentro de límites urbanos una parte de los habitantes de la ciudad,
que por sus prácticas fueron condenados al señalamiento, la vigilancia y
descrédito social.
Fuente: http://www.vallenajerilla.com/vino/cantina.gif |
Lo que pretendían las autoridades locales era mantener en control y vigilancia las conductas particulares y colectivas de los hombres y mujeres que recorrían la Zona de Tolerancia. Los que frecuentaban y vivían en esta zona de Popayán, eran descalificados moral y socialmente y esta descalificación moral y social debía servir como ejemplo y medio de persuasión para que los “buenos cristianos” de Popayán no traspasaran el limite físico y quedaran expuestos a los desenfrenos y tentaciones que se encontraban en este espacio de la ciudad. Los discursos morales impartidos por los curas en las iglesias de la ciudad complementaban las formas de control policial y social. Pese a la persuasión, la vigilancia y el miedo al castigo divino y terrenal, las gentes de Popayán se entregaban a la fiesta, los juegos, la bebida, la sexualidad, la infidelidad y la violencia.
El
rigor político, policial y social con que se quería constreñir a los y las que
transitaban por la Zona de Tolerancia, se evidencia en la severidad con que se
sancionó y excluyó a las prostitutas de Popayán. El decreto número 23 del 26 de
septiembre de 1930 estableció:
“(...) Por el cual se fija el barrio en que deben residir las prostitutas y se dictan otras disposiciones. (...) Artículo 1°- A partir del (15) quince de octubre de este año las prostitutas residentes en esta ciudad concentrarán sus habitaciones o viviendas en el sector de la población comprendida entre las carreras 7ª y 8ª con las calles 10ª y 11ª (...) Artículo 3°- Prohíbase la concurrencia de las prostitutas a los cines, teatros y otros lugares de esparcimiento, como clubs y cantinas centrales de la ciudad. Las que asistieren a algunos de estos lugares serán retiradas por la policía, y la que desobedezca al encargado de cumplir la orden será castigada con multas o arresto de treinta a sesenta días, o será expulsada del distrito. Artículo 4°- Prohíbaseles, igualmente, transitar por las calles centrales de la ciudad, con excepción de los días viernes en que pueden hacerlo libremente con el fin de verificar sus compras en el comercio o en los mercados. La transgresión a este artículo será castigada con multas de cinco a veinte pesos (...)”[2]
La denominada Zona de
Tolerancia se convirtió en un punto neurálgico de la vida social payanesa. Era
un sector comercial de la ciudad y un referente urbano importante, tanto para
los habitantes de Popayán como para los turistas, que generaba diversas miradas
y puntos de vista.
Es reiterativo en las
declaratorias judiciales referirse a la Zona de Tolerancia como un espacio de
diversión, “chanzas” y fiesta. Pero para otros y otras la Zona
de Tolerancia era un espacio pecaminoso, peligroso e inmoral de la ciudad, el
área de las cantinas y los burdeles donde habitaban las mujeres “del mal vivir”.
“(...) Por el cual se controla el ejercicio de la prostitución en la ciudad, se reglamenta el funcionamiento de cantinas, bares, cabarets y demás establecimientos similares por las frecuentes quejas sobre los escándalos y malas conductas de las mujeres del mal vivir.(...)”[3]
Fuente: http://urbatorium.blogspot.com/2009_12_01_archive.html |
A partir de 1930 para la Zona de Tolerancia en Popayán, se expidieron considerable número de decretos, en los que se reglamentaba el funcionamiento de las cantinas y las casas de lenocinio en este sector de la ciudad, por los escándalos que allí se producían. Escándalos que alteraban la armonía social.
En Popayán se construyeron y vivieron dos escenarios urbanos importantes en la primera mitad del siglo XX, uno el que se edifico en el centro de la ciudad con su arquitectura colonial, sus monumentos, su ambiente intelectual, religioso y sofisticado y otro el que se constituyo en las periferias con la Zona de Tolerancia, un espacio oscuro, escandaloso, tenebroso, deslucido. Cada uno de estos espacios fue fundamental en la idea de ciudad que cada uno de sus habitantes tenia al hacer sus recorridos urbanos.
Aunque
el IV centenario de Popayán sirvió para que las élites organizaran los espacios
urbanos, escenificando su hegemonía a través de arquitecturas, monumentos,
pinturas, renombres, etc., y de tal forma que pudieran tener control sobre la
sociedad, politizando los espacios públicos y regulando la vida de sus
habitantes en estos; la Zona de Tolerancia es expresión del universo de las
prácticas de hombres y mujeres que no se sometieron a las rígidas estructuras
discursivas, morales y estéticas de la ciudad . La Zona de Tolerancia en
Popayán, circunscrita entre el bien y el mal, entre el demonio y la ciudad de Dios, fue en el siglo XX un desafío
que seguirían enfrentando las ciudades en ese camino hacia su modernización.
[1] Libros de decretos. Archivo Alcaldía
de Popayán.
hola mucho gusto me interesa mucho tu blog quisiera saber si la información es fidedigna puesto que los libros de decretos suministrados no abren y yo también estoy haciendo un trabajo de grado con el trabajo sexual gracias por la atención y colaboración de antemano
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